lunes, 5 de enero de 2009

Crónica de un resfriado anunciado



Llevo ya 12 largos días resfriada.. Digo largos, porque cuando te conviertes en algo parecido a un “cubo de residuos tóxicos con patas” los días se hacen eternos.. ¿O no?

En fin, ya pasé la primera etapa, la llamada fase “hija” en casa:

“Hija, tu me parece que tienes fiebre, eh? Te veo mala cara.. Toma,hija, échate la manta por encima.. Tú no estás para volver a tu casa en estas condiciones”

Y yo, que estoy deseando volver a mi madriguera después del empacho navideño (y digo empacho en todos los sentidos: de comida, de pseudo espíritu navideño y de familia… Arggg!), intento disimular la cara de zombie, y sorteo cada intento de mis padres de medirme la fiebre con la mano con la agilidad del mismísimo Keanu Reeves en Matrix mientras huyo:

“Que no, que no, mamá, que no tengo fiebre, lo que pasa es que no he dormido bien y tengo mal cuerpo, pero estoy estupenda” (la verdad es que me estoy muriendo casi con 39 de fiebre, pero aguanto como una campeona, lo que sea por escapar lo antes posible!)

Por fin consigo eludir la cuarentena y salgo camino a casa. Empieza la etapa “zombie”.

Por fortuna me acompaña mi pareja, la persona que mejor puede cuidarme, porque es un auténtico encanto. Y es que claro, en realidad estoy hecha unos zorros y necesito que alguien conduzca, me mime al llegar y me preparare una sopita caliente.

Después de dos días, finalmente se acerca el domingo y me doy cuenta de que sigo hecha una mierda, y de que al día siguiente tengo que trabajar, así que decido, por primera vez en mi vida, pedirme una baja. ¡Hala, ya puedo dejarme morir tranquila en casa!

Llamo al trabajo para avisar a mis compañeras, y empieza el pitorreo: “Claro, ¿cómo no te vas a poner mala con el escotazo que llevabas el día de la comida de navidad?”.

Y yo me río, mientas en realidad pienso para mis adentros: ¡qué graciosillas!.

Porque no veas la coña que hubo el susodicho día con mi escote.. Por un momento pensé que aparecería al día siguiente en la primera plana del periódico local, con la foto del presidente mirándome embobado las tetas mientras cogía un pincho de jamón. ¡Si hasta yo recuerdo el momento a cámara lenta, coño!

Y lo mejor de todo es que todo el mundo se dio cuenta en la mesa, así que podéis imaginaros el cachondeo que hubo a mi costa durante el resto del almuerzo.. ¡Y los días siguientes!

En fin, por lo general soy yo la que siempre está haciendo chistes y tomándole el pelo a alguien, así que tampoco está mal probar por una vez de mi propia medicina.

Bueno, el resto de la semana ya se puede imaginar, llena de morbo, vamos.

Los ingredientes principales para sobrevivir a un resfriado de los gordos son:

Un pijama calentito y horroroso, de ser posible puesto encima las 24 horas y con ositos. (Y si te pones una bufanda, mejor que mejor).
Sudar como una loca en la cama (y no precisamente por los motivos que yo desearía).
Dormir más horas que una marmota con narcolepsia.
Tomar muchos líquidos (aprovechando para saltarse la dieta: batidos, zumitos, yogur líquido y todo lo que apetezca, que pa´eso estamos malas!)
Tener un novio (o sucedáneo) maravilloso que te siga viendo preciosa (aunque pareces la versión gore de la terremoto de Alcorcón y tienes la nariz como una gamba) y que te cuide hasta “que te pongas buena”.
No ir a trabajar y no dar un palo al agua en toda la semana (este ingrediente se vuelve fundamental si realmente estás chunga o chungo), porque sudar provoca tos.

Si no se cumple el último requisito, resulta conveniente al menos no tener en casa (y si es que sí, también!) niños ni mascotas, porque en ese caso… ¡Olvídate de que alguien te cuide, o de cuidarte a ti misma, vas aviada!

En fin, yo ahora estoy empezando la fase de recuperación, la llamada fase “mimos”. Por fin te sientes con ganas de volver a sudar (por otras razones, se entiende.. Jeje!), y decides disfrutar los dos días que le quedan a la semana, mientras aprovechas para dejar que te sigan cuidando. ¡Ahora ya vuelves a parecer una persona, y no la prima fea del Gran Wyoming!

Lo peor: que el lunes ya no hay excusa para no volver al trabajo..

¡Que le vamos a hacer!

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