martes, 20 de enero de 2009

Anoche soñé contigo..


Anoche soñé contigo.

Esta noche, entre la oscuridad de mis sábanas volví a soñar contigo. Me desperté ansiosa y agitada, cansada y sacudida por una multitud de sentimientos que me dejaron el cuerpo y la piel cetrinos, como los restos consumidos y grises de un cigarro que se apaga.

Como en otras ocasiones, me movía entre los fotogramas de mi sueño rápidamente y llena de confusión, tratando de organizar con precipitación un viaje indeterminado y confuso que debía llevarme lejos, pero que nunca llegaba a consumarse.

¿La diferencia? Hoy tú estabas conmigo, jugando a un rol pasivo y tranquilo, siguiéndome en todas las partes confusas de una realidad soñada de la que trataba de escapar, dispuesto a embarcarte hacia cualquier parte del mundo –absurda o no- conmigo. A pesar de ello, te sentía vacío, lejano, como un actor secundario que deja ver su papel junto al protagonista en todas las escenas, pero que nunca llena por completo la pantalla..

En mi sueño te encontrabas conmigo en casa. Pero no se trataba de la mía, sino de la de mis padres. Me sorprendía sentir que estuvieras allí a mi lado, en un hogar que no siento ya como mío, y al mismo tiempo tan diferente físicamente del original como solo puede serlo en un sueño.

¿Sabes? En aquel momento, mientras te soñaba, sentía como absurdo el hecho de que ellos aceptaran tu presencia con normalidad, tratándose de algo que jamás harían con esa facilidad en la vida real.

Intentaba decidir lo que debía llevar conmigo mientras preparaba mi equipaje apresuradamente, aguardando impaciente el momento de que se marcharan y nos dejaran a solas. Deseaba tanto como temía quedarme en silencio contigo, antes de partir a ese viaje hacia ninguna parte en concreto.

Finalmente, la casa se quedaba vacía. Te aproximabas a mi y me abrazabas con fuerza, con más intensidad y amor en tu cuerpo del que nunca antes había sentido.. Mi débil carne se estremecía, mientras permanecía quieta, llena de gozo y temor a al mismo tiempo. Temor por lo que pudiera o no pasar después, por lo que pudiera perder o ganar con ese viaje al primer destino que surgiera en común.

En ese momento me llenaba por completo la sensación de que tu abrazo, tu tacto, eran eternamente conocidos, de que tu proximidad era algo que siempre había tenido, de que llevábamos toda una vida juntos.

Te inclinabas para besarme con el alma asomada en esos ojos tan oscuros y profundos que tienes, con amor y con la familiaridad que solo da el paso del tiempo, mientras yo registraba aquel momento en mi mente como una de esas escenas mil veces vista en la pantalla que transcurren a cámara lenta.

La parte consciente de mi que soñaba se deleitaba pensando en lo hermoso que podía ser ese beso, ese preludio de cosas inesperadas tras una cercanía tan larga y ansiosamente anticipada.

Repentinamente, en el momento de sentir el contacto de tu piel notaba como mis labios, hasta ese momento plenos de color rojo y suave curvatura, se quedaban sin vida, secos y agrietados mientras se unían a tu boca, tan marchita como la mía.

Nos manteníamos unidos en un largo beso que, intentando ser intenso y lleno de entrega se quedaba en el camino, superficial para evitar hacernos daño, y árido por las cicatrices y las heridas que nos impedían estrechar los labios con fuerza.

Al separarnos, me dije a mi misma en silencio que la próxima vez sería mejor, que no había sido el momento, que podía esperar mucho más de lo que tú podías ofrecerme..

Desperté de mi sueño mientras permanecía a tu lado, albergando justo antes de abrir los ojos el pensamiento de que seguiríamos nuestro camino en común, y de que mis labios no volverían a marchitarse como hojas secas con tu contacto, cuando volvieras a besarme.

Anoche soñé contigo de nuevo.

Anoche no soñé que soñaba..

1 comentario:

Beatrizl10 dijo...

Intenso el relato. Cargado de melancolía, de deseos incumplidos esperando a realizarse.
Muy bello.
Un abrazo.