jueves, 5 de febrero de 2009

La soledad no consiste en estar sola...


... Si no en estar rodeada de gente y sentirse sola. Esa es la verdadera soledad.

Hoy mi jornada, por fortuna, ha sido un poco mejor que las dos anteriores.

Creo que las hormonas han vuelto a recolocarse un poco en su sitio. Menos mal, porque aquí en España lo de alegar ante un jurado que "el estrógeno me obligó a cometer un asesinato" no cuela.. Esas excusas solo les sirven a las americanas, que, como diría mi madre, alegan cosas muy raras en los juicios!

Madre mía, no sé si seré capaz de acostumbrarme a estos altibajos de adolescente! La verdad es que con el tiempo he ido comprobando que todo lo que no vives en su momento, acaba encontrándote tarde o temprano para pedirte cuentas. (Por dios, espero que no me salgan granos en la cara a éstas alturas!)

En fin, hoy casi ha pasado la jornada sin darme cuenta. Pensé un poquito menos en ti, y logré mostrarme templada en el trabajo y soportar estoica y amablemente que mi compañera (la "cuidadora-controladora") volviera a pedirme que revisara un informe (porque claro, tiene que ser políticamente correcto, vaya a darse por aludido el inepto que me lo pidió!).

Tuvo gracia un momento en el que el despacho estaba al completo:

Ella: "Es que eso puede malinterpretarse, deberías cambiarlo"
Yo: "Es lo que pienso, ¿por qué tengo que renunciar a expresarlo si es la verdad?"
Ella: "Bueno, haz lo que quieras (con tono condescendiente-maternal políticamente correcto delante del resto de compañeras), lo único que quería era darte alguna pincelada"
Yo: (pensando para mí misma: ¿Pincelada???)
Pues lo que me diste ayer fue un brochazo!!

No sé a cual de las dos se le ha quedado la cara más rara, la verdad, pero a mi me ha hecho gracia pensar después en lo del "brochazo".

Al final la conversación se ha ido por otros derroteros y he podido cumplir con mi propuesta del blog de hoy. He comentado en voz alta algo que deseaba decir a mis compañeras desde hacía tiempo con bastante sinceridad (toda la que me puedo permitir tener dado lo diferentes que somos en el equipo), y se ha firmado una tregua.

Con lo que ellas me quieren, a pesar de lo independiente y de lo rarita que soy.. ¡Pero qué ingrata, jóder!

No hay cosa más difícil que mantenerse a flote dentro de un equipo de mujeres organizado -con su estructura y su jerarquía- entre las que vas a contracorriente. Claro está, que si me fuera a vivir con mi pareja y formara una familia se me quitarían todas las tonterías, porque lo que me sucede es que paso mucho tiempo sola pensando en mí misma y eso es maaaaalo para la salud (lo de pensar demasiado, que ya me lo han vuelto a recordar hoy).

Habrá que tomárselo con sentido del humor y con un poco de mi querida ironía, qué le vamos a hacer!

Mientras tanto, continuaré reivindicando mi derecho a ser una mujer independiente y a viajar a contracorriente, como los salmones!

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