miércoles, 10 de junio de 2009

Definitivamente... Soy masoquista


05:35 a.m.

Saqué fuerzas de flaqueza y me separé de él tomándole de la mano, ajena al resto del mundo. Mattia me siguió dócilmente y salimos al exterior del local.

Allí nos encontramos con varios compañeros del grupo de teatro que estaban charlando en la puerta, y nos despedimos hasta nuevo aviso, caminando tranquilamente sin tocarnos hasta doblar la esquina.

Al girar yo me acerqué de nuevo a Mattia y volvimos a comenzar con el juego, entre suspiros e íntimos roces, durante otro rato que pareció interminable. Pero de nuevo, sin besarnos. Finalmente encontré la fuerza para soltarme de nuevo de él, y mientras me abrazaba caminamos casi en silencio, como dos borrachos, hasta llegar a casa.

Mattia no me soltó hasta que fui yo la que se apartó, al llegar a la escalera, después de una larga caminata de media hora, embriagadora, que a mi se me hizo eterna.

No sabía lo que iba a pasar cuando traspasáramos la puerta. Le deseaba con locura, pero al mismo tiempo sentía miedo, y una parte de mi me decía que las cosas no iban a resultar tan fáciles como parecían. Había conseguido ya demasiado para tratarse de una insignificante noche, después de tantos años de espera...

06:00 a.m.

Al entrar en casa Mattia me dijo que deseaba entrar al baño. Pasó un pequeño rato dentro que se me hizo eterno por lo que me sugirió, en especial cuando oí correr el agua del grifo y tuve la certeza de que saldría por la puerta con el control de nuevo entre sus manos.

En efecto, no me equivocaba. Salió del baño, y en lugar de venir a buscarme se dirigió a su habitación. Entonces decidí que aquello no era justo, y, tras unos instantes de duda, llamé a su puerta.

Permaneció sujetando la puerta, a medio abrir, en mitad de la oscuridad durante un par de minutos, sin que ninguno de los dos dijera nada hasta que yo logré abrir la boca:

- No somos dos chiquillos de 15 años, no podemos dejar las cosas así. Debemos terminarlas o hablar sobre ellas.


Mattia asintió al tiempo que abría la puerta, permitiéndome pasar. Le abracé de nuevo, y de nuevo, no me rechazó. Pero en ese momento fue capaz de romper el silencio con firmeza:

- Está bien, me quedaré contigo, pero no voy a hacer nada.
- ¿Qué quiere decir que te quedarás conmigo?
- Que dormiré contigo.
- ¿Dónde?
(pregunté yo).

Me tomó de la mano sin responder y me condujo suavemente hasta mi cama, tumbándose en el lado en el que yo siempre duermo. Llevaba unos slips ajustados y una camiseta de tirantes que no quiso quitarse, aunque en otras ocasiones había dormido conmigo sin ella. Yo le pregunté si tenía inconveniente en que me quitara el vestido y me tumbara, en bragas, a su lado, como tantas otras veces hemos hecho (dormir semidesnudos y abrazados) a lo que respondió indicándome con un gesto que no, que no era un problema.

Como siempre, miró mi rostro y mi cuerpo mientras sacaba el vestido por mis hombros, e hizo que me sintiera vulnerable, poco atractiva y avergonzada...

Me tumbé a su lado, y a partir de ahí puedo decir que intenté sacar partido a todas y cada una de las armas que poseo como mujer, os lo puedo asegurar. No me defino como una mujer excepcional, preciosa. No siento que tenga un cuerpo hermoso, pero a pesar de ello puedo asegurar que ninguno de los hombres que conozco habría resistido lo que éste hombre resistió aquella noche sin acabar haciéndome el amor durante el resto de la noche (o mejor decir, del día)...

Así transcurrieron cinco larguísimas horas, sin que ninguno de los dos lograra dormir. Yo pegaba malintencionadamente mi cuerpo al tuyo, buscando que encajáramos al milímetro, rebosante de sensualidad y deseo. Le acaricié y le besé la espalda, los brazos, el cuello... El culo. Le colmé de caricias de amante que le hacían temblar, suspirar y acelerar la respiración. Pero nada.

Eso si, es cierto que ahora ya puedo decir que conozco con detalle la mayor parte de su cuerpo, salvo su boca… Y su pene.

Mattia trataba de permanecer la mayor parte del tiempo tumbado boca abajo, o semicostado, en un intento –resulta obvio- de controlar la erección constante que no lograba contener, y, probablemente, de evitar que yo pudiera llegar a acercarme en exceso.

Yo me pegaba a él, él respondía acercando su boca a la mía, a veces tan cercano que me dejaba rozar sus labios inertes y quietos, con los míos. Súbitamente, cuando menos lo esperaba, se giraba ocultando la cabeza en la almohada. Entonces yo, frustrada, me daba la vuelta, para sentir como unos instantes después él se acercaba a buscarme al extremo de la cama.

Mantuvimos ese jueguecito cruel hasta bien entrada la mañana: me acerco, te acercas, nos mantenemos unidos durante un rato, luego tú vuelves a alejarte, yo me alejo, tú me buscas, yo te encuentro… Siento la cercanía de tus labios y de tu cuerpo excitado, algunas leves, tiernas y torpes caricias que delatan tu inexperiencia y que me regalas de vez en cuando, pero nada más. ¿Qué difícil resistirse y qué fácil dejarse adorar al mismo tiempo, verdad?.

11:00 a.m.

Llegada ésta hora, y sin que hubiésemos conseguido dormir un minuto, Mattia se levantó repentinamente, sin decir nada, aprovechando un momento en el que yo me había apartado, y se escapó de mi cama.

Tras unos minutos de duda decidí ir a buscarle, en ésta ocasión con la intención de pedirle explicaciones (no ya más caricias, por que, aunque con él me vuelvo masoquista, la cosa llega hasta un “ciertísimo” punto). De nuevo, esa mirada de secreto gozo y de agonía simultánea al verme aparecer, y otras cuatro horas –si, he dicho cuatro. ¿Dije que no soy masoquista?- de idas y venidas, de “dimes y diretes”.

Me senté a su lado, en la cama, y le pregunté:

- ¿Por qué no me tocas más, por qué no me besas? Te parezco guapa, atractiva. Ha sido evidente que estabas excitado…
- No quiero hacerlo.
- ¿Pero por qué? No te estoy pidiendo más que lo hagas, te estoy pidiendo una razón para entender el por qué de tu rechazo a pesar de que te guste.
- No quiero hacerlo
(obstinado como él solo, incluso más que yo, que ya es decir).
- Necesito que me digas algo para entender como eres capaz de contenerte de esa forma si te gusto.

Mattia me atrajo hasta si y me abrazó en silencio, mientras yo me tumbaba de nuevo a su lado. Y si, aunque a éstas alturas parezca ya increíble, absurdo, retomamos de nuevo ese juego nuestro tan masoquista mientras yo intentaba obtener respuestas.

Tras preguntarle algunas otras cosas, pasamos la siguiente hora en absoluto silencio, solo roto por alguna respiración agitada –por parte de ambos- y algún gemido ocasional -más míos que suyos, cuando comenzó a acariciarme el pelo, el cuello…- Fue un fragmento de tiempo lleno de suspiros, palabras entrecortadas que no llegaban a tomar forma y miradas interminables e intensas por su parte que me obligaban a bajar los ojos por el peso de los suyos, llenos de intensidad.

Probé a mantener los ojos abiertos. Probé a mantener los ojos cerrados. Noté como se acercaba a mi boca, a mi cuello, a mi hombro, a mi pecho, en los que dejaba de vez en cuando un rastro de suaves caricias. Se miró en mis ojos desde tan cerca, y con tanto dentro de ellos –ahora ya no se qué-, que dolía… Cerraba los ojos, y al abrirlos le encontraba mirándome de tal forma, veía en ellos tanto amor, que me habría hecho derretir un lingote de oro sobre mi pecho. Durante un instante rompí el silencio, buscando apartarme de él porque estaba tan cerca que me sentía incapaz de seguir mirándole, y bromeé diciendo:

- Me miras así porque te has quitado las lentillas y no ves de cerca… (Sonriendo)
- No veo de lejos. De cerca veo perfectamente (me lo dijo en tono firme, tierno y divertido).

Durante la siguiente interminable hora llegué a sentir un dolor físico, real, por él, por el sufrimiento físico y emocional que sentía que estaba experimentando, por su incapacidad para hablar, por ese doloroso nudo en la garganta que llegué literalmente a oír en innumerables ocasiones.

Opté por permanecer quieta, en silencio, acariciándole pura y suavemente mientras él hacía lo mismo, tratando de invitarle con mi mirada a luchar, a decirme lo que debía decirme, fuese lo que fuese.

¿Y sabéis que? Vi tanto sufrimiento y tanto dolor en él que llegué a tener miedo de sentir salir de su boca un “te quiero”, y de lo que eso significaría.

Repentinamente, de sus labios salió, en un susurro, tras varios intentos, un tímido “te… escucha!….”. Y de nuevo, bloqueo.

Tuvo que pasar otra hora más hasta que fuese capaz de volver a soltar otro “escucha…”. Y de nuevo, el silencio de los nudos de garganta, y más miradas, llenas de amor (que ahora no sé definir, aunque tengo claro que jamás he visto esa mirada en un amigo o en un simple amante), que me hacían sentir pequeña, débil y vulnerable.

Finalmente, cuando estaba ya a punto de rendirme y comprender que no sería capaz de hablar conmigo abiertamente, resultó ser capaz de llenar de aire sus pulmones:

- Escucha, por ahora te quiero solo como amiga.
- ¿Por ahora? ¿Qué quiere decir por ahora? Por favor, quita ese “por ahora” de la frase y vuelve a decírmelo de nuevo.
(No fue capaz).

Yo me sentía absurdamente tranquila, aunque un poco desconcertada. Esa no había sido la pregunta que quería que me respondiera en aquel momento, ya había comprendido que no me diría otra cosa hacía tiempo.

- Esta no era la respuesta que yo te pedía. ¿Para esto has sufrido tanto, para decirme algo que ya me habías dicho antes de que me marchara?

Me miró, sorprendido por mi respuesta, seguramente convencido de que era aquello que yo esperaba.

- Yo ya no esperaba nada de ti en ese sentido. Mis sentimientos han cambiado. Es cierto que aún me siento confusa y que me gustas mucho, pero no creo estar todavía enamorada de ti. Yo deseaba saber lo que significo para ti, qué sientes exactamente, no saber tan solo si me amas o no.

Por supuesto, no fue capaz de darme una respuesta.

- Bésame, o déjame besarte. Sólo así podré entender si lo que siento por ti se esfumará en el aire. Será como besar al príncipe del cuento y averiguar si se convierte o no en rana. Aunque ahora ya el príncipe ha sido sustituido por un escudero…
- No es importante.
- Para mi si.
- No lo creo.
- Si me dejas hacerlo, podré avanzar más rápidamente. Si no, tendré que entender yo sola que no quieras besarme a pesar de que me desees. Y eso duele demasiado, ¿sabes?. Me costará mucho más elaborarlo todo.


Seguimos así durante un rato, hasta que Mattia me abrazó de nuevo, permaneciendo tumbados otro poco más. Durante éste último pedazo de mañana su mano se movió repentinamente con cierto atrevimiento, llegando a rodear con calidez y deseo mi pecho a lo largo de unos instantes. Volvió a ponerme a mil por hora, y de nuevo, volvió a parar y a cerrarme las puertas del cielo.

Llegados a este punto, quien lea éste relato se preguntará: “Pero, ¿ésta tía es realmente masoquista o qué? ¡Yo no aguantaría eso ni de lejos!”

Y eso mismo es lo que yo diría si en lugar de Mattia se tratara de cualquier otro hombre, o si en lugar de mi historia se tratara de una ajena. Pero con él todo ha sido siempre intenso, complicado, tierno, diferente. Tal vez me acostumbré a sufrir demasiado a su lado…

La mañana finalmente llegó a su fin, y yo logré encontrar la voluntad necesaria para levantarme y alejarme de él. Debíamos viajar y habíamos pasado la mañana en la cama, sin dormir.

12 comentarios:

Toni Teror dijo...

&&6))¡¿¿¡¡&&/((?=9(//%%$·""*^*^**)(//;;:::::PPOO???/&%%%$$@@@]]¬¬¬<<|||####¬¬***?¿?¿?¿?¿¿?¿?¿?¿?¿)))%%%///···
Un besote wapissima y hasta pronto!

Ver video pulsa AQUI

mAlicia dijo...

Hola, Toni.

Me ha gustado el efecto mariposa. ¿Me lo mandas por mostrarme el proceso, o por dedicarme el final? Jajaja!

En fin, eso sí... ¿Todo lo que escribes son son imprecaciones y palabrotas "camufladas" como las que leíamos en los tebeos de Mortadelo y Filemón?

Otro beso para ti!

Ciao!!!

Anónimo dijo...

Hola. No sé si Mattia lo pasará mal o no, pero esa situación que has descrito hasta angustiarme me hace pensar en el dolor que puede suponerte. No entiendo como ese chico no ha sabido parar antes de llegar a ese punto.
¿No se da cuenta del daño?

mAlice, aguanta el tirón!!!
Haz cosas, gasta los besos con quien tú sabes, sal...

Ahí van un montón de besos, que no te falten nunca.
jose

Unknown dijo...

"- Escucha, por ahora te quiero solo como amiga".

No sé cómo te lo diría exactamente, qué verbo utilizaría, porque por descontado asumo que habláis en italiano.

La cuestión es que creo que tiene razón... "por ahora" quiere que el papel que tú desempeñes en su vida sea el de ser su amiga. Pero eso no quita que lo que él sienta por ti sea bastante diferente a lo que se siente por una amiga.

Ahora que... vuelvo a lo mismo que ya dije en su día. Vale que tú... pos, ejem, ejem. Vale que Fabio... ejem, ejem. Pero, coño, ¿de qué me iba a meter yo en la cama con mi mejor amigo a que me sobase por todas partes y luego decirle "ahí te quedas"?? No entiendo cómo llega hasta ahí y luego se pone a hacer sudokus.

Es más, o sea, ¿nada de besos? Pero nada de besos en la boca, el resto... ancha es Castilla. Pues, mira, le tendremos que cambiar el nombre... Ahora será Mattia Ese punto Clinton. Porque los límites de lo que es y no es "sexo" los tiene un poco difusos...

Sinceramente, vale que se proteja... vale que esté asustado, vale que tenga mil traumas, ¿pero llegar a tanto sobeteo y luego na? ¿Qué pasó? ¿Hizo promesa por Semana Santa? ¿Ésa es la penitencia? Pos se va a quemar en los infiesnos, que lo sepa.

Y... ¡¡lo más gordo!! Bueno, después de todo ese magreo, ¡¡lo segundo más gordo!! ¿¿en la cama de Fabio??

En fin... que un abrazo o dos, o tres o los que te apetezcan, que estoy yo que los regalo (más por mí que por los demás).

mAlicia dijo...

Hola, Jose!

Creo que él también sufre, sufre porque al mismo tiempo lo desea pero no puede hacerlo.

Pero creo que también sufre por mi, por no poder dármelo y por saber que yo también lo paso mal.

Es demasiado complicado, pero cada vez me pregunto en mayor medida qué trauma habrá vivido Mattia en su vida... ¿Qué sabemos, qué sé sobre lo que este chico ha podido pasar o sufrir en su vida? Si mirara las cosas desde fuera probablemente pensaría que tuvo que sucederle algo duro en su vida, tal vez cuando era niño. Tal vez alguien le hizo daño, mucho daño, quién sabe.

Creo que si, que es consciente del daño que me hace, y en cierto modo intentó parar, entrando en su habitación o diciéndome que no iba a hacer nada. Pero luego, entre mis brazos, fue incapaz de apartarme y detenerlo todo.Quizá ahí entró en juego la parte de hombre que estaba excitado...

En fin, yo ya estoy acostumbrada a ese autocontrol suyo y, aunque reconozco que fue sumamente frustrante, tengo que decir que para mi no ha sido lo peor. Para mi lo peor sigue siendo que sea incapaz de hablar, de darme respuestas, o que haya pasado lo que ha pasado después.

El deseo pasa y se controla, los sentimientos son los que permanecen y los que dejan heridas.

Y tú, Jose, ¿como vas?

P.d. Como tú dices, y aunque me cueste porque esté con la cabeza en la luna, intentaré gastar esos besos que no di con quién si puede dármelos... Y difrutarlos.

Gracias! otro puñado de besos también para ti!

mAlicia dijo...

Hola, preciosa!

Tengo visita en casa, ya sabes. Mañana te respondo con un poquito más de tiempo.

Como siempre, observadora... Y acertada.

Un abrazo grande, grande!!!!!!!

mAlicia dijo...

Por cierto, me lo dijo en italiano:

"Senti, pero ora ti voglio come amica".

Y por cierto, un par de días antes me dejó claro que el "ti voglio bene" (que siempre usa conmigo) que yo asociaba en su caso a un sentido más fraternal (siempre pensé que los italianos tienden a usarlo más con el "bene" para amigos, familia, seres queridos...)se usa igualmente para decirlo a una persona que se ama. Así que volvió a desmontarme otra teoría que pretendía ser "excluyente".

Reclaman mi atención. Os dejo!

Otro abrazo grande!!!

mAlicia dijo...

A ver.. Me equivoqué al escribir la frase en italiano:

"Senti, per ora ti voglio soltanto come amica"

("Per" no significa lo mismo che "però")

Un besito de buenos días!!!

Unknown dijo...

Uy, uy... Menos mal que rectificas. Porque a mí como si me dices "abanibí aboebé", de italiano sé lo que dicen en las canciones y algo de lo que viene en las cartas. Pero Jose... pufff, Jose activa el control de cambios y sale un globo "El Quillo güenorro: ¿No habrás querido decir per?" ;P

Un beso fuerteeeee

Anónimo dijo...

Ahori que lo dichi, amica Sereni, ho capito che è sbagliato, che istati chungui.

Es que yo el italiano lo pillé al vuelo una noche que fui a comer a la pizzería MammaMía, y el dueño era de Calabria, ajín que además del acento calabrés, manejo mejón este dialecto.
Pero vamos que algo raro había notao. Lo que pasa es que no quería herir la sensibilità de la chiquilla che bastanti tene con lo che tene.

(ehem, la madre che mi hanno sostenuto!)

mAlicia dijo...

Bueno, Sere...

Pues si, la verdad es que los límites en el sexo los tiene un poco difusos, aunque en realidad creo que pueden ser varias cosas, probablemente juntas:

- Una, que no haya besado jamás a una mujer y "se cague por las patillas abajo" (como decimos por aquí) de pensar en quedar como un pardillo, de no saber a su edad!!!(y que conste que he conocido a otras personas así y me dijeron lo paralizadas que se habían sentido en esos momentos).
- Dos, que piense que si me besa perderá el control y, claro, eso no puede ser bajo ningún concepto!
- Tres, y lo que es más que probable, las dos cosas juntas!!

Y por otra parte tienes razón, lo de mi cama me sorprendió hasta a mi. No pensé que fuera capaz de llevarme hasta ella y dormir donde había dormido la noche anterior Fabio (un poco violento, no? y eso que no sucedió nada con mi pareja esa noche). Eso si, como os decía, durmió en mi lado de la cama y no en el suyo. Eso habría sido ya demasiado!

Estoy deseando terminar con el relato del viaje para contaros todo lo que ha pasado ésta semana, y que me trae por la calle de la amargura, aunque trato de no darle muchas vueltas...

Un besazo de buenos días!!

P.d. Simpàtico il vostro tentativo di parlare l´italiano... Mille baci!!!!!

Grazie per essere lì vicini! (hala, a mirar el diccionario!)

:-P

mAlicia dijo...

Y si, Sere. A pesar de que Fabio es un hombre maravilloso, ha hecho y elegido unas cuantas cosas que me han ido ir alejando de él...